Todo en esta vida tiene un comienzo, un día un minuto o un segundo en el que todo cambia y eso paso, todo cambio. Diria como en el Quijote, en un lugar cuyo nombre no quiero acordarme, pero en este caso esta en mi mente como si de ayer se hubiese tratado. En aquel banco, lugar de espera para muchos y lugar donde apoyar sus pertenencias para otros estaba, aquella mujer que llama tu atención, la cual te quedas mirando y escuchando embobado si saber por que, pero tu sigues mirando. No recordara que palabras dijo aquel día, sencillamente porque no se en que estaría pensando, lo único que se que unos minutos mas tarde despues de haber mirado sus ojos por primera vez no pude olvidarlos, fue como algo mágico, como algo en lo que no te esperas, era como esa canción que escuchas y no puedes dejar de tararear, que aun no sabes su nombre pero que te mueres por volver a escuchar.
Muchos son los días que han pasado, tantos que quizás no recuerde la cuenta, pero si aquel día, tal como lo viví aquella tarde, no se que pasaba a mi alrededor, pero si en mi cabeza, porque aun sigo embobado pensando en cada segundo en ti, en esa mirada que penetra en mi mente y enloquece la poca cordura que queda en este cuerpo. Recuerdo el color marrón de esos ojos, ese otoño que hay en tu mirada y esa primavera que hay en tu pelo y aroma. Un suspiro es suficiente para amarte hasta el fin del mundo, puede haber mil dias, pero tu pelo me tiene en una noche eterna en la que tan solo el brillo de esos dos luceros que tienes como ojos son capaces de guiar a este pobre caminante por este camino llamado amor.
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