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El fruto del pecado

  Ahora tu cuerpo es mi mayor pecado, pero que dios me condene a la eternidad si cierro los ojos y no te pienso. La noche se me hace larga, pues entras en mis sueños y acaricias mi cuerpo, besas mi alma y estremeces cada uno de mis sentidos. Tu sonrisa se apodera de mi, me ata con el deseo como cadenas a mi cama y haces de mi tu esclavo en cada instante. Mi alma desea que detengas, mientras mi cuerpo te pide que no pares, mi corazón sigue pidiendo el fuego que solo tu puedes darme. Déjame quemarme en tus ojos, sentir en mi pecho tus latidos, ver como con cada aliento susurras mi nombre mientras sube tu alma al deseo. No habrá silencio, solo miradas que se pierden entre nosotros, sonrisas picaras que harán que la luna nos descubra con nuestros cuerpos entrelazados fruto del pecado y el deseo.