Caen las hojas de estos arboles que tanto te han visto pasar al igual que mis lagrimas al verte marchar, al verte alejarte de mi, al disiparse ese aroma que dejas con tu presencia. Aun suena ese eco de tu voz en mi cabeza que hace pensar que mi locura sea mas eterna por falta de cordura. Comienzo a sentir frió, por no tener esos ojos, esos dos luceros que guían mi camino y hacen de mi invierno la nueva primavera. Cantar de jilguero es tu hablar, que suenan en mi alma y corazón una y otra vez.
Explícame como le digo yo a mi cabeza que te vas, que te marchas que no hay palabras que te puedan hacer cambiar, que estoy condenado a un invierno de frió y soledad, que no volveré a ver esos dos luceros, que no habrá mas guía en mis noches y que esas palabras bonitas volverán a ser silencios. Como le dices a ese alma encendida que esta loca por tu presencia, que te marcas.
Nada volverá a ser igual, mi cielo se convierte en mi condena, se incinera mi alma una y otra vez con los recuerdos de tu dulce sonrisa, tu melodiosa voz que altera mi corazón, mi vida, mi sentir incluso seca esas lagrimas que recorren por mis mejillas. Estoy condenado a una soledad y tristeza que se apoderan de mi vida, encadenado en un infierno después de haber tenido a un ángel.
Comentarios
Publicar un comentario