Podía ser un día cualquiera, un momento elegido al azahar, una mirada que se pierde en lo mas hondo de un alma cautiva y que hace que sea el eco de un amor que solo nace en las sombras. Horas que se marcan en el reloj, segundos que se detienen para dejar pasos a horas, mientras yo sigo estando en aquel mismo instante en que supe el nombre que se grabaría en mi alma para la eternidad. Solo esperas el momento, el segundo en el que una sonrisa salga de esos labios para darte cuenta de que tu vida ha cambiado, de que ya no eres un insignificante, sino que eres la plenitud de un amor que no se marcha en este instante. Esperas para decir lo que sientes, una fuerza te aúpa, pero no es bastante para romper el miedo que hay a escuchar un no, pero sigues adelante, es mas grande lo que pierdes que el miedo y de pronto lanzas esa pregunta, esa misma que anoche te repetiste mil veces y todo cambia. Ya nada será igual, pues su sonrisa o tus lagrimas te perseguirán para toda la vida.
Buenos días mi princesa, buenos días mi vida no son mas que horas las que pasaron desde que tu belleza inundaron de nuevo estos ojos que enloquecen con cada mirada a tu persona. Pensando en que mi vida a tu lado es un sueño, un sueño eterno del que nunca quiero despertar, del que al abrir estos ojos ver ese amanecer que solo tu puedes darme. Pensando en la suerte que he tenido de conocer a la mujer mas maravillosa del mundo, con la que soñar despierto es posible, ver un futuro mejor. Eres ese rayo de esperanza al que unirse, con el que poder compartir un mañana, con la que pasear por esos sueños, que antes solo eran eso sueños. Eres esa mujer que un día se cruzo en mi camino, que encendió esta chisca que unos llaman amor, que otros locura y a la que yo llamo vida. Gracias por hacerme creer que los sueños se pueden cumplir, te amo.
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