Tras ese ultimo día, estuvimos un gran tiempo sin encontrarnos y prácticamente sin dirigirnos la palabra. Yo volví a echar mi orgullo y apenas contestaba algunos mensajes que me dejara. Intentaba olvidadla, por todos lo métodos posibles, centrar de nuevo mi vida en la rutina que ella había roto meses atrás, y lo conseguí, al menos hasta ese mes de enero en el que nos volvimos a encontrar.
Yo sentado en un banco, repasando mis apuntes justo antes de entrar al examen, como siempre, cuando de pronto ella se acerca sin que yo me de cuenta. Me pregunta que hago allí, y como respuesta obvia le contesto creo que tengo un examen. Sigo centrado en mis apuntes, si hacerle mucho caso, pero ella sigue en sus trece, esta vez me pregunta creía que habías aprobado ya y ciertamente había sido así, pero por motivos ajenos a mi suspendí y debía presentarme de nuevo al examen. Esta vez debía aprobar, me lo había currado, así que contestaba y seguía centrado en mis apuntes. Pero ella seguía preguntando y al ver que no hacia caso solo esa frase que marco la diferencia has suspendido porque eres tonto.
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