Así fue durante un tiempo, la rutina se apodero de mi hasta que el destino nos llevo a un encuentro. Yo ya había desistido, estaba locamente enamorado de ella, sin embargo no me atrevía a decir ni una sola palabra. Todo comenzó como siempre, coincidir en esa parada y comenzar a una conversación por cortesía que no llevaba mas a ocupar el tiempo de espera.
Sin embargo algo cambio, ultimo examen de ese cuatrimestre, ella contenta, con una sonrisa de oreja a oreja y yo, pues como siempre feliz por estar un rato con ella, pero agotado de esta situación. A cinco minutos de entrar salieron de su boca unas palabras que jamas olvidare, "¿que harás después de salir?, vayámonos de fiesta esta noche". Increíble, me estaba proponiendo que saliéramos juntos los dos una noche. Mi cabeza loca no sabia ni que decir, sin embargo mi boca me traiciono con un no puedo que lamente durante mucho tiempo.
Así termino el día, ella invitándome a salir y yo como un gilipollas diciendo que no, muriéndome de ganas por estar a su lado y la puta cobardía hace que diga que no. No podía creerlo, le había dicho que no a la mujer de la que estaba enamorado. Maldita sea mi estampa, me maldije una y mil veces, pero el error ya estaba cometido.
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