El tiempo paso y no me atrevía a decirte ni la mitad de lo que pensaba, iba echando algo de valor, cuando la gente se acercaba y este volvió a esconderse. Te fuiste con una despedida en la que me mirabas esperando algo que no había sucedido, mis palabras se las había tragado la cobardía que me perseguría durante un tiempo. La alegría y la tristeza luchaban en mi, había pasado un rato increíble contigo, había estado con la mujer de mis sueños, sentados en un banco charlando, pero ella se había marchado y no había dicho ni una sola de las palabras en las que tanto había pensando.
La derrota cayo en la noche, llegar a casa y darme cuenta que la meta había estado tan cerca y yo corría hacia el otro lado. Que una princesa de una oportunidad a un haragán como yo no pasa todos los días, que comparta su tiempo aunque sea pequeño, no pasa todos los días. La cobardía y quizás la inexperiencia de tratar con princesas calle esas palabras que arden en mi pecho, hacen mella en mi alma, pero enmudecen mi boca.
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