Era una tarde como hoy, de esas en las que el viento eleva las hojas e los arboles desnudos y el sol aun calienta nuestros cuerpos, un día como otro cualquiera. Sin embargo algo iba a cambiar, algo que haría que recordara este diecinueve de octubre y que jamas lo olvidara. La rutina aburría mis sentidos, pero aun así es obligación seguirla en muchos casos, sin embargo esta rutina fue rota tras abrirse unas puertas y ver alguien especial. Una mujer que no había visto en el tiempo que llevaba allí, una chica que sentada en un banco esperaba lo mismo que yo, un día aburrido, de larga rutina. Tras unos minutos decidió hablar y decir su nombre, algo que se ha quedado grabado en mi mente y que nunca se ha borrado. Conversamos, pocas palabras, o al menos eso creo yo, porque aunque toda mi atención se centro en ella, apenas podía seguir una conversación.
A la hora me dije a mi mismo, que me esta pasando, estoy medio embobado, habré cogido algún virus, alguna enfermedad, si debe ser eso. Y con este convencimiento me fui a casa. La tarde paso y no podía quitarme de la cabeza ese nombre y su imagen allí sentada. No sabría como explicarlo, pero así sucedió, ella entro en mi mente como un recuerdo de la infancia.
Llego la noche y el sueño hizo mella en mi cuerpo, dejando dormir todo mi ser y en este momento para mi sorpresa, volvió esa imagen que me perseguía, esa imagen que lleva su nombre agregado y que no puedo quitarme de la cabeza, esa que aun pasando años sigue en mis pensamientos y sueños.
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