Tus palabras arañan el fuego de mi alma, maldigo el hombre que roza con sus manos la sonrisa de una mujer, pues una mujer jamás debe de derramar una lagrima por el castigo de un hombre. Ante ti me postro y juro por mi alma que si una de tus lagrimas llevara mi nombre que se queme mi alma en la condena de la soledad mas eterna, que se queme mi vida en cada uno de los rincones de una vida amarga, pues la sonrisa de una mujer no debe de ser castigada. La única embriaguez que conocerás en mi persona es la que me den tus labios, esa que me lleven al limbo, esas que me despierten en cada amanecer con el dulce néctar de una vida perfecta. No se si seré digo de ser el reflejo de tus ojos, pero si que si algún día lo fuera que la sonrisa de tus labios no se borre, que en tu interior encuentres las fuerzas para poder amarme como te amaría yo. Se que mis palabras son muy fuertes, pero ahora no puedo hablar entre la ilusión de saber que existes, el sueño de llegar a pensarte y quizás la agonía de saber que la distancia es lo que separa a dos personas que deben estar cerca.
Buenos días mi princesa, buenos días mi vida no son mas que horas las que pasaron desde que tu belleza inundaron de nuevo estos ojos que enloquecen con cada mirada a tu persona. Pensando en que mi vida a tu lado es un sueño, un sueño eterno del que nunca quiero despertar, del que al abrir estos ojos ver ese amanecer que solo tu puedes darme. Pensando en la suerte que he tenido de conocer a la mujer mas maravillosa del mundo, con la que soñar despierto es posible, ver un futuro mejor. Eres ese rayo de esperanza al que unirse, con el que poder compartir un mañana, con la que pasear por esos sueños, que antes solo eran eso sueños. Eres esa mujer que un día se cruzo en mi camino, que encendió esta chisca que unos llaman amor, que otros locura y a la que yo llamo vida. Gracias por hacerme creer que los sueños se pueden cumplir, te amo.
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