En cada uno de los rincones de mi corazón te he echado de menos todos estos días, mientras por mis venas corría mi sangre, en mi cabeza se escribían tantas palabras que quería decirte y no podía hacerlo. He casi tocado el cielo, pero no era Dios quien me abría la puerta, sino una hermosa mujer que solo había visto en mis sueños, una hermosa mujer que con sus palabras me había enamorado, una hermosa mujer que en un pequeño tiempo me había dicho lo que siempre había deseado oír. Nunca me ha bastado con decir un te quiero, pues dos palabras jamás podrán decir lo que siente mi alma por ti, tan solo en el brillo de mis ojos sabrás el secreto que se guarda en mi alma desde ese mismo instante en el que me dijiste una sola palabra. Ahora me despido, aunque no te olvide, por un segundo saldrás de mis ojos para llevarte de nuevo a ese mundo de mis sueños, a ese en el que me gustaría vivir contigo para siempre, a ese en el que no se ha creado mas que un hermoso silencio en un camino que se marca por pequeños pasos que recorremos.
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